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Detectar retrasos en el habla es clave para un diagnóstico precoz del trastorno específico del lenguaje

Fuente: Europa Press / Fecha: 13 de septiembre de 2011 / Categoría: Desarrollo

Resumen

Detectar precozmente las dificultades para la adquisición del lenguaje en los niños es clave para evitar posibles consecuencias derivadas del trastorno específico del lenguaje (TEL), ciertas conductas de aislamiento o problemas de autoestima, según la psicóloga clínica infantil y experta en el lenguaje, Alicia Fernández-Zúñiga. "La detección precoz es básica para poder iniciar el tratamiento lo antes posible y minimizar los riesgos que conlleva a lo largo de la vida del niño", explica Fernández-Zúñiga, quien detalla que "los retrasos en el lenguaje se pueden detectar desde edades muy tempranas, es decir, desde los 2 o 2 años y medio."

Los niños con TEL tienen dificultades en alguna o todas las dimensiones lingüísticas. Existen diferentes niveles de gravedad, ya que puede estar afectada sólo la expresión o también la comprensión y la expresión oral. Sea como sea, la psicóloga insiste en que "en el TEL la dificultad es persistente y las mejoras que experimentan los pacientes son lentas".

La etiología del trastorno no está clara. Clínicamente, no hay una causa que identifique estas carencias, "aunque hay bastante acuerdo científico en atribuir el origen a factores neurobiológicos", admite la experta, quien concreta que "estos déficits en el lenguaje no se corresponden con sus capacidades intelectuales o cognitivas, que se encuentran dentro de la normalidad; ni con su audición y aspectos neurológicos, aunque su lenguaje oral está claramente retrasado con respecto a su edad".

Este desfase se aprecia en que el niño, en la edad en la que aparecen las primeras palabras -en torno al año-, se empieza a retrasar: su vocabulario expresivo es muy pobre y habla de manera ininteligible. Los problemas de pronunciación persisten tras los cinco años, edad a la que se manifiestan los primeros problemas en la adquisición de la lecto-escritura, lo que puede derivar en fracaso escolar.

Estas dificultades pueden hacer que al niño le resulte complicado manifestar lo que piensa y necesita, "por lo que le costará relacionarse socialmente y puede llegar incluso a aislarse o a tener una vida social limitada en la adolescencia", asegura Fernández-Zúñiga.

Además, cuando los niños con TEL perciben esa dificultad para comprender o explicar lo que les gustaría transmitir a los demás, "el trastorno puede derivar en problemas de autoestima", añade.

La dificultad para delimitar este trastorno impide que existan datos sobre su prevalencia pero se calcula que podría afectar hasta a un 7% de los niños.

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