Editorial 1: Por una psiquiatría infantil de calidad: Actualización estudio MTA sobre metilfenidato

20 de Junio de 2009

Comenzamos esta apasionante aventura de la asociación Elisabeth d´Ornano con la responsabilidad de tratar de facilitar su labor a padres, educadores y profesionales de la salud implicados en el cuidado y la atención de niños, adolescentes y adultos con TDAH. Y consideramos que una parte fundamental de esa responsabilidad se refleja en nuestra intención de mantener bien informadas a las personas que confíen en nosotros. Con el compromiso de ofrecerles tal información procedente de fuentes fiables y acompañarla de un editorial mensual en el que hacerles llegar nuestra propia opinión, pretendemos dar aún mayor valor a esta sección de noticias.

Y no podemos evitar comenzar con una fantástica noticia que esperábamos la mayoría de los profesionales dedicados a este campo de la Psiquiatría de Niños y Adolescentes. Y no es otra que la confirmación oficial de la próxima inclusión en nuestro sistema nacional de salud de esta especialidad que ya existe en prácticamente todos los países de nuestro entorno. Según comentamos en la información procedente del Diario Médico, parece que será una realidad que tendrá su reflejo en la oferta de plazas para Médicos Internos Residentes de la convocatoria 2010-2011. Esta buena noticia debe llevarnos a felicitar a todas las personas e instituciones que desde hace años han luchado por esta causa tan justa. Sin embargo, ante la importancia de tal evento, debemos apelar más que nunca a la responsabilidad de nuestros dirigentes, que deben buscar el asesoramiento integrado de las diferentes personas que tienen algo que decir al respecto, empezando por los profesionales que ya nos dedicamos a ella y siguiendo con las asociaciones de padres hasta encontrar el modelo que mejor se adapte a las necesidades de los pacientes y que mejor permita una transición a la nueva situación. Y con referencia a esto, tal vez el presentar, como parece que será, una especialidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente absolutamente desligada de la de Psiquiatría General, podría resultar arriesgado porque significaría pasar de no tener la especialidad a dotarle ahora de una autonomía que no existe en la mayoría de los países más desarrollados Por poner un ejemplo, ni en el Reino Unido ni en los Estados Unidos de América (EEUU), lugares donde nos hemos formado los consultores de esta asociación, existe la especialidad con esa independencia. En ambos casos, los residentes que se especializan en Psiquiatría General o Pediatría tienen la opción en su tercer o cuarto año de formación, de iniciar una “super-especialización” en Psiquiatría Infantil y Adolescente durante otros dos o tres años. Hacemos esta reflexión pensando en que algunos de nosotros no habríamos optado por especializarnos en niños y adolescentes de no haberla conocido mejor, una vez inmersos en una especialidad más “troncal”. Al mismo tiempo estaríamos pasando por alto los múltiples puntos en común que tienen la Psiquiatría del Niño y el Adolescente con la del Adulto y la necesidad de entender al hombre en su conjunto, y a su desarrollo y al de su patología con continuidad a lo largo del tiempo. Sin querer posicionarnos aún en esta cuestión, sí queremos hacer un llamamiento a la cordura que conduzca a escuchar a todas las partes implicadas y a adoptar un modelo de consenso que permita a los profesionales interesados dedicarse a lo que más les motive, y tomar como referencias modelos que han funcionado de forma adecuada con una tradición de décadas.

En otro orden de cosas, tampoco podemos pasar por alto la polémica surgida en los EEUU a partir de la publicación de los datos de seguimiento del estudio MTA, que incluso ha tenido repercusión en los medios de comunicación general, como lo ilustra el artículo que incluimos del Washington Post. Tal trascendencia ha motivado incluso que la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, una de las principales organizaciones de este campo a nivel mundial, haya publicado un editorial al respecto (incluido también en nuestras noticias) en su revista mensual, así como una carta en su página web aconsejando a los padres no interrumpir la medicación de sus hijos sin consultar antes con sus especialistas. La carta que mencionamos apela a la prudencia para no interpretar precipitadamente unos resultados controvertidos que precisan de un análisis pormenorizado por parte de los padres y especialistas de todo el mundo. En este sentido, desde la Asociación Elisabeth d´Ornano, queremos aclarar nuestro posicionamiento en que no todos los casos de TDAH han de ser tratados con medicación y que esta decisión debe basarse en las características del trastorno en concreto, de la persona afectada, y de su familias, en los medios de los que la familia dispone para adoptar otras medidas que pueden ayudar y, sin ninguna duda, en la opinión de un especialista fiable que haya realizado una exhaustiva exploración de la persona y todo su entorno. Tras revisar toda la información de la que disponemos, podemos afirmar que la medicación puede ser evidentemente efectiva, sobre todo en las primeras fases del trastorno, pero no ha podido ser demostrado el efecto a largo plazo de los distintos fármacos que se utilizan para tratar el TDAH. Este hecho puede deberse a que los fármacos no sean tan eficaces como inicialmente se pensó o, sencillamente, a que no se han llevado a cabo investigaciones lo suficientemente rigurosas como para confirmar tal eficacia. El problema metodológico fundamental es que, más allá de los 14 meses, los tratamientos no se siguieron de forma rigurosa y controlada, con lo cual el tipo de tratamiento recibido por los pacientes inicialmente asignados a cada grupo, fue probablemente convergiendo y fue pareciéndose cada vez más al tratamiento habitualmente realizado en la vida real, y no en condiciones de estudio. Por ello la comparación entre grupos es probablemente irreal, no parece cierto que a los 8 años haya un grupo puro de pacientes tratados solo con medicación, o solo con tratamiento conductual o con una combinación adecuada. Esto mismo es aplicable a otros tratamientos que se han sugerido y que mencionamos en las recomendaciones para padres, profesores y profesionales de la salud. Ante esta situación, debemos apelar al buen hacer de los psiquiatras infantiles y adolescentes que ya trabajamos en este país y a la responsabilidad de los padres, que en ambos casos buscan fundamentalmente lo mejor para sus hijos y pacientes. No se puede negar la evidencia de que los tratamientos farmacológicos del TDAH van acompañados de efectos indeseables, como ocurre con la mayoría de las medicaciones (incluso las que proceden de hierbas o remedios naturales) o las mismas psicoterapias. En el caso del metilfenidato, que no parece ser especialmente peligroso, sí es cierto que puede afectar principalmente al sueño y al apetito de algunos pacientes, que a largo plazo pueden crecer algún centímetro menos o presentarse más cansados ante su actividad diaria. Tan sólo casos aislados presentan un daño grave, y parece que no hay efectos graves por su utilización a largo plazo, aunque esto aún hay que estudiarlo con mayor detalle. Pero queda a la responsabilidad de padres y profesionales el saber percatarse de los casos en los que hay que ajustar la dosis o incluso suspender la medicación en función de la falta de eficacia o de efectos secundarios indeseables, y realizar un análisis beneficio/riesgo que permita decidir. De cualquier forma, la “comodidad” mal entendida de utilizar la pastilla como tratamiento casi mágico debería ser erradicada porque ningún tratamiento valdrá por sí solo para solucionar un problema que tiene múltiples causas y repercusiones. Así, desde la asociación defendemos la individualidad de cada persona aquejada de un TDAH para, teniendo en cuenta sus circunstancias personales, poder facilitarle desde los dispositivos de salud mental y desde su propia familia las mejores opciones de tratamiento disponibles a distintos niveles, sin descartar ninguna a priori.

El riesgo de no tratar un TDAH adecuadamente queda reflejado en el resto de artículos que les presentamos en esta revista de prensa, incluso en el caso de adultos que sufren un TDAH y que también pueden beneficiarse de distintas modalidades terapéuticas. La posible relación de trastornos de sueño con el TDAH nos indica la importancia de un adecuado diagnóstico diferencial por parte de los profesionales, que como vemos en otro de los artículos, en muchos casos no es del todo adecuado, especialmente cuando no lo hace un especialista en psiquiatría. Las consecuencias del trastorno en los resultados académicos y el funcionamiento global de quien lo padece, incluso en el potencial consumo futuro de tóxicos, son lo suficientemente preocupantes como para que tomemos conciencia del problema y nos pongamos manos a la obra para tratar de enfrentarnos a él adecuadamente.

Y en ello estamos. Bienvenidos y gracias por acceder a nosotros y elegirnos para mejorar en una cuestión tan delicada.

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